La joven intérprete de 24 años, que caracterizada guarda un parecido increíble con la joven Diana de Gales, ha acusado la presión de meterse en la piel de una persona tan recordada y querida, pero irónicamente lo que más le impuso acerca del papel -más que vestirse o aprender a moverse y hablar como ella- fue la idea de bailar ante las cámaras.

"Soy incapaz de bailar, eso está claro. Diana adoraba el baile y era su forma de expresarse a nivel emocional, creo", ha explicado Emma en una entrevista al periódico Daily Mail para poner en contexto la importancia de esas secuencias. "En mi colegio todo el mundo bromeaba con que yo parecía una araña, porque tengo unas extremidades muy largas. Ya sabía bailar claqué y jazz, pero aprender ballet de adulta es muy difícil", ha añadido sobre el mayor desafío del trabajo que la convertirá sin duda en una estrella.