Irónicamente, la seña de identidad que ha convertido a Jessica Chastain en una de las mujeres más admiradas de Hollywood por su atractivo físico es la misma que de joven le amargaba la existencia al convertirla involuntariamente, y muy a su pesar, en el centro de todas las miradas. 

"No me gustaba ser diferente. Cuando eres pelirroja es imposible pasar desapercibida. Deseaba con todas mi fuerzas ser rubia. Tenía una autoestima muy baja y le pedía a mi madre que me dejara teñirme el pelo, pero ella nunca me lo permitió", explica en una entrevista a la revista The Edit.

Cuando desembarcó en la meca del cine tras completar sus estudios en la prestigiosa escuela neoyorquina Juilliard, a la actriz le aconsejaron un sinfín de veces que renunciara a su característica melena rojiza, pero por suerte fue capaz de hacer oídos sordos para, en su lugar, aprender a quererse tal y como era. Al final, la intérprete ha convertido ese aspecto de su físico que tanto detestaba en su marca personal, llegando incluso a hacerle un guiño con el nombre de su productora.

"Se llama Freckle [Pecas] Films porque ese era uno de mis atributos que más solía odiar. Ahora he aprendido a aceptarlo. A menudo comparo cómo estoy ahora con la época en la que acababa de salir de la universidad. Es cierto que en ocasiones aún me siento algo rara, incómoda, pero estoy segura de que en aquel entonces tenía que hacerlo horriblemente mal en las audiciones porque tenía demasiados miedos e inseguridades acerca de mí misma. Pero eso ahora ha cambiado", asegura.

Sin embargo, que Jessica abrace la belleza natural no implica que condene automáticamente la cirugía estética o a las actrices que recurren a ella para combatir el paso del tiempo. 

"¿Quién sabe? A lo mejor cuando tenga 50 ó 60 años yo me lo planteo. Alguna gente ya cree que me he operado la nariz, pero no es cierto, nunca me he sometido a un procedimiento de ese tipo. Pero no juzgo a quienes lo hayan hecho".